El 18 de julio de 1896, y a iniciativa de un grupo de
entusiastas empresarios de la ciudad de Buenos Aires, se proyectaron por
primera vez los cortos de los hermanos Louise y Auguste Lumiére en el Teatro
Odeón de la calle Esmeralda, casi Corrientes, para el asombro de cientos de
espectadores que de esa forma descubrían aquella nueva magia.
Curiosa elección la de ese recién inaugurado espacio teatral
bautizado Odeón (construido en el mismo bloque que el Royal Hotel, conjunto
demolido en 1991, finalmente un emprendimiento edilicio en obra bautizado Torre
Odeón), marca que desde 1903 identificaría a un sello discográfico alemán y,
hace un año, a la plataforma del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales dedicada
al cine nacional.
Poco después de la primera proyección de cine en Francia, el
28 de diciembre de 1895, el 6 de julio de 1896 en un salón de la calle Florida
344 (más tarde un cine y hoy una galería comercial) se presentó el
Vivomatógrafo, con un proyector inglés y obras del pionero inglés Wiliam Paul.
Sin embargo, se sigue considerando como primera función a la
ocurrida en la vecina sala con forma de herradura del Odeón.
En este caso se trataba de los célebres cortos de los
hermanos Lumière que se había estrenado el año anterior en París, Francia, puestos
en esta función gracias al impulso del empresario teatral Francisco Pastor y el
periodista español Eustaquio Pellicer, quien algunos años después fue uno de
los fundadores de las revistas Caras y Caretas y Fray Mocho.
¿Quienes estuvieron en esa función? En principio el barón
belga Henri Lepage, hijo de un destacado político de su país, quien llegó a
Buenos Aires en 1890 con su esposa en busca de un mejor aire que el de su país
para reponerse de una enfermedad respiratoria.
En ese año el barón instaló un local de artículos
fotográficos en el recién inaugurado edificio de Bolívar 373, casi esquina
Belgrano, a una cuadra del Colegio Nacional Central, hoy Buenos Aires.
También estuvieron Max (Mordecai David) Glücksmann, nacido
en el imperio austro-húngaro en 1875, que se instaló en Buenos Aires en 1890 y
se unió a Lepage en su comercio, convirtiéndose en los primeros en ingresar al
país filmadoras y proyectores, con la colaboración del francés Eugenio Py.
Lepage, Glücksmann y Py caminaron las diez cuadras que
separaban su local del teatro, y junto a Pastor y Pellicer comulgaron con el
cine en la gran sala de la calle Esmeralda mostrando qué era aquello de las
imágenes animadas: el suceso fue tan grande que los impulsó a contactarse
nuevamente con los Lumière para la compra de sus aparatos.
Las conversaciones no prosperaron, ya que los Lumière solo
pensaban en rentar sus equipos para registrar imágenes, por lo que deciden
importar un Cronofotógrafo Elgé deGaumont-Demeny y un Cinematógrafo Phaté, de
los hermanos Pathé, con los que nacería finalmente el cine argentino, el 25 de
octubre de 1900, con el registro de la visita del Presidente de la República
Federativa del Brasil Dr. Manuel Ferraz Campos Salles al presidente de la
República Argentina Julio A. Roca, tal como lo consigna la placa que luce hoy
el local en proceso de reciclado con la colaboración del Centro de Arqueología
Urbana, del Pasaje Belgrano en Bolivar al 300, futura Casa Lepage Art Hotel.
Como siempre en este tipo de fechas, siempre hay polémica, y
algunos historiadores aseguraron y lo siguen haciendo que algunos meses antes
de aquel 18 de julio, y en Rosario, ya se habían hecho proyecciones similares
de las que no hay pruebas contundentes.
Habrían de pasar todavía 13 años hasta la construcción de la
primera sala ya destinada al cine como el Grand Splendid, en Santa Fe al 1800,
a 50 metros de Callao, donde había funcionado el Nacional del Norte y también
una fábrica de carruajes, zona en la que también atendía el Petit Cafe y en una
esquina vecina la tradicional confitería El Aguila.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario